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lunes, 4 de enero de 2010

1. SIHANOUKSVILLE: CAMINO DE LA ANSIADA PLAYA

Entrar en un nuevo país siempre es excitante. Mientras la mayoría de la gente va hacia Thailandia y debe aguantar largas colas, nosotros estamos solos en la ventanilla de los que entran en Camboya. Venimos a todo trapo de Bangkok y las piernas aún se están acostumbrando por lo que los primeros 100 km en territorio Khemer, bastante montañosos, nos hacen desear aún con más fuerzas la siempre deseada playa. Como apenas hay tráfico sólo debemos preocuparnos de no morir aplastados por algún elefante.

Volver a la bicicleta después de tanto parón ha sido todo un acelerón. Y encima si rodamos por un paisaje tropical donde no faltan las palmeras, los ríos y el calor, pues mejor aún...No es la melancolía lo que hace mostrarse tan pensativo al Abuelo. Está pensando si prefiere beber cerveza o mezclar Red Bull con vodka en la fiesta de Sehanouksville. Al final le dieron a las dos, evidenciando que son los anti-héroes del cicloturismoAjenos a todo, los camboyanos se nos muestran extremadamente amables y sonrientes. Pero no sonrisas falsas, sino sonrisas sinceras.Cuando el sol aún no machaca es cuando más agusto se está. Los camboyanos son por eso, muy madrugadores

Estamos disfrutando. No hay casi tráfico y las carreteras no están mal.

La gente es amable, hay comida y agua y hace calor. El paisaje nos remonta al Terai nepalí. La vida parece idílica por aquí. A lo largo de la carretera se salpican las casas, todas elevadas, rodeadas de palmeras y ganado


Algo que nos llama la atención es la pasión con la que los críos nos saludan. Muchas veces ni les vemos, solo les oímos desde sus escondites saludarnos como si les fuera la vida en ello...








El hielo. Nunca habíamos visto que fuera tan importante para la vida de un país. Hay mucha gente que vive de él. Lo hace, lo almacena y lo ditribuye. Todo el mundo necesita hielo. Teniendo en cuenta que los puestecillos de bebidas y/o comida abundan todo se conserva en neveras de plásticos a las que echan hielo. Además el hielo nunca falta para echarlo a la bebida, ya sea agua, té, batidos o refrescos. No se entendería la vida en Camboya sin hielo.
Como tampoco sin las minigasolineras que están desparramadas cada muy pocos kms. Las grandes gasolineras sólo se encuentran en grandes núcleos así que fuera de ellos la gente reposta con gasolina en botellas de coca-cola, que es la medida perfecta para dar de beber a las motos, las reinas de la carreteraEl 22 de diciembre nos toca la lotería. Porque ya es difícil hablar de alguien unos días antes y encontrártelo en la carretera sin saber que estaba ahí. Salva es un granadino que lleva 4 años en ruta, todo un veterano. En los Pamires nos alojamos en una pensión donde encontramos sus notas y consejos sobre la Pamir Highway que escribió para el libro de visitas. Fue allí donde oímos hablar de él. Hace unos días nos preguntamos: "dónde estará Salva?" Pues bien, Salva está aquí. La pena es que viene de Sehanouksville y que por pocos días no hemos coincidido. Ojalá nos lo encontremos de nuevo en el norte de Laos. Suerte txapeldun.Hay sitios donde asustamos. Esta potxolada no pudo acabarse el arroz ante la presencia de semejantes personajes
Y por fin llegamos a la playa después de mucho tiempo si verla ni sentirla. Sehanouksville es un sitio totalmente turístico, de esos a los que no vendríamos en unas vacaciones cortas pero que después de vivir "precariamente" en la carretera, se agradece encontrar, fundamentalmente por las comodidades y la comida. Curiosamente hace dos meses un tifón se llevó por delante una de las playas, pero aún así es un sitio donde hay playa, sol, txiringuitos con buena música, marihuana y fiesta.
Nos esperábamos que fuera Sodoma y Gomorra. Estábamos alertados de la presencia de viejos occidentales con camboyanas demasiado jovencitas. Se ve prostitución y parejas surrealistas pero no es para tanto, no vimos menores. Lo que sí vimos es un turismo bastante asqueroso: europeos y europeas del Norte que se pasan el día bebiendo cerveza y actuando como hooligans nauseabundos se encuentran en su salsa, rodeados de profesionales camboyanas que aguantan lo inaguantable por unos dólares. Pero también acude gente "normal". Como Camilo, un italiano que se ha convertido en nuestro ejemplo a seguir. Con 45 años se lo tiene montado mejor que nadie y vive la vida al 100%. Un tipo con el que echamos buenas risas.
Desde las hamacas vemos cómo el día da por terminada una nueva jornada.... ... y cómo hasta el sol, el astro rey, decide que debe dejar paso a la luna. Porque alguien debe vigilar que nadie, en esta ciudad que nunca duerme, se pase de la raya.

1 comentario:

  1. querido primo, veo que sigues rodando, me alegro de que sobrevivas aún! jajajaa!! un beso grande y un fuerte abrazo!
    Tu prima Laura.

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