5. REMONTANDO EL MEKONG

Después de disfrutar de la magia de los templos de Angkor, toca volver a pedalear. Aconsejados por otros biciviajeros, seguimos una ruta que discurre junto al río Mekong durante un par de días. Cuando en un punto hay que cambiar de orilla, toca subir a bordo de uno de estos ferrys y aguantar la respiración para no acabar en el fondo del río.La ruta atraviesa pueblos de mayoría musulmana. Volvemos a ver mezquitas, hombres con salwar-kameez y mujeres con velo.

Aunque los adultos son mas reservados, el velo no impide a estas chicas saludar efusivamente a los viajeros y posar sin problemas para la cámara.

Desgraciadamente, los pequeños no se libran del trabajo duro. Viendo a esta niña que apenas puede con el peso que acarrea, juramos no volver a quejarnos jamás del peso de nuestras alforjas.

A ver si estos del "Partido de los Derechos Humanos" se ponen manos a la obra y acaban con la explotación infantil. Pero Camboya nos vuelve a mostrar su lado amable: cada pocos kilómetros están celebrando una boda...

...en muchas aldeas hay un mercado en la calle principal, donde alguna vendedora se deja la garganta atrayendo la atención de los compradores...(nótese el asunto del pijama, aún seguimos flipando)

...templos budistas...

...y puestas de sol y amaneceres increíbles que son muy fácil de ver en este rincón del mundo.
Acercándonos poco a poco hasta la frontera con Laos, los sentimientos son contrapuestos. Tenemos muchas ganas de conocer dicho país, pero nos da mucha pena abandonar Kampuchea.

Y es que, a quién no se le rompería el corazón al dejar atras sonrisas como esta?

Agur Kampuchea