2. PHNOM PENH, UN MICROMUNDO DENTRO DE CAMBOYA

Una vez más queda demostrado que todo lo bueno dura poco, y cambiamos las confortables tumbonas de la playa por el duro sillín de nuestras bicicletas. Al menos, la orografía es totalmente llana... ...la temperatura es alta pero soportable... la comida es aceptable (después de meses sin ver el pan, no perdemos oportunidad de meternos una baguette al cuerpo)......y la gente es entrañable.Pedaleamos hasta la capital, rodeados de las sonrisas más bonitas que hayamos visto nunca. Cuando pasamos cerca de una escuela, nos encontramos con mareas de estudiantes que nos saludan efusivamente. Su sonrisa es extemadamente contagiosa, y andamos todo el día con cara de bobalicones. En unos pocos días, les hemos cogido cariño a esta gente. Nos preguntamos cómo es posible que no paren de sonreir, siendo un pueblo con una situación económica que no invita al optimismo y una historia reciente que es para echarse a temblar: guerra, hambrunas, genocidio...
Con intención de entender mejor ese pasado, nos acercamos a los "killing fields" de Choeung Ek, uno de los campos de exterminio que establecieron los khmeres rojos durante la segunda mitad de los ´70 para eliminar a los "elementos antisociales". Entre las fosas comunes donde fueron a parar unas 17.000 víctimas, se ha erigido una estupa conteniendo parte de los restos humanos que se encontraron en las excavaciones del lugar. Familias enteras eran exterminadas para evitar venganzas en el futuro. Se acababa con la vida de los niños golpeándolos contra el tronco de un gran árbol.

Los adultos no corrían mejor suerte. Las balas eran un bien demasiado preciado y los verdugos utilizaban herramientas del campo como hazadas o machetes para su tarea.
Por la tarde visitamos el museo Tuol Sleng, más conocido como el centro de detención S-21. Una antigua escuela reconvertida en prisión donde se traía a los "enemigos del sistema" para proceder a su interrogatorio. Eran encarcelados en celdas diminutas, de donde salían para ir a las salas de tortura.

Muchos monjes como el de la foto fueron detenidos y torturados entre estas cuatro paredes.Los archivos quedaron intactos, y se pueden ver las fotos y fichas de los detenidos, gente de todas las edades, condiciones y orígenes.Las imágenes de los torturados siguen entre rejas.

Las salas de "interrogatorio" contaban con una cama de acero (camas eléctricas) en el centro donde postraban al detenido para torturarlo brutalmente.
Obviamente, todo el mundo confesaba sus "crímenes", y si sobrevivían eran llevados en camiones hasta los campos de exterminio de Choeung Ek para ser exterminados.

De los 2o.ooo detenidos que pasaron por aquí, sólo siete personas salieron con vida.

Lo mas triste, si cabe, de todo esto es que no hace falta viajar hasta Camboya, ni retroceder varias decadas en el tiempo hasta el regimen de los "Khmer Rouge" para ver imagenes de tortura. Hoy en dia esta lacra sigue campando a sus anchas en cuarteles, carceles y comisarias de todo el mundo, incluido por supuesto el "mundo libre de occidente".

Después de visitar estos lugares, no se te queda el cuerpo muy entero, pero como es Nochevieja, salimos a dar una vuelta por la ciudad, que se ha vestido de gala para dar la bienvenida al año nuevo. Los bares están a rebosar, y no importa a qué garito vayamos, que lo encontramos a rebosar de profesionales, parece que esto es un mega-burdel. Así que al final nos pillan las campanadas en una compañía un tanto peculiar, pero echando unas buenas risas, porque esta pareja era de armas tomar.

Así es Camboya, una pura contradicción. Capaz de mostrarte lo mejor y lo peor que habita dentro del alma humana, de enternecerte y de acto seguido, causarte una horrible repulsión. Orgullosos de su pasado e intentando sobrevivir al presente.